miércoles, 26 de enero de 2022

 Una pasión escrita


Una mujer poco convencional

Cuando la joven Victoria regresa a Madrid después de unos años en Viena, se enfrenta a la encorsetada vida social de las mujeres de la alta burguesía española. La época en que frecuentaba los salones literarios vieneses y cultivaba su afición por la escritura parece haberse quedado atrás, pero ella no está dispuesta a resignarse.

Una pasión por la que alzar la voz

Mientras tanto, en la zona más popular de la capital, Diego trabaja en la imprenta familiar al tiempo que lucha por abrirse un hueco como reportero. Son años efervescentes para el periodismo, en los que los artículos de El Imparcial, El Liberal y La Correspondencia son comentados por todos los madrileños. Será precisamente en uno de estos diarios donde los destinos de Victoria y Diego se crucen por primera vez

Tras el éxito de ‘Un destino propio’, la autora burgalesa María Montesinos acaba de publicar ‘Una pasión escrita’, la segunda obra de la trilogía sobre mujeres que lucharon por ejercer su profesión a finales del siglo XIX. Y ante todo deciros que se trata de novelas de lectura independiente, aunque se crucen personajes y estén ambientadas en la misma época.

‘Un destino propio’ con el que comenzó la trilogía fue autopublicado en Amazon bajo el título ‘El indiano’, aunque la versión posterior cuenta con diversas modificaciones introducidas por la autora. Es la historia de amor de Héctor Balboa y Micaela Moreau, una joven soltera de Madrid, empeñada en cambiar el destino de las niñas sin educación y al mismo tiempo, defender su libertad e independencia frente a los designios marcados por su familia. 

Esa novela me cautivó y es la que me hizo coger con tantas ganas ‘Una pasión escrita’. En ella la autora nos lleva al Madrid de la prensa, los gacetilleros, las imprentas, las tertulias literarias…. un mundo reservado a los hombres, pero al que muchas mujeres literatas de finales del siglo XIX deseaban acceder.

Es el caso de Victoria Velarde (que ya apareció en ‘Un destino propio’ como amiga de Micaela Moreau en la Institución Libre de Enseñanza), una joven aristocrática, recién llegada de Viena al Madrid provinciano de la época que, como otras muchas mujeres que le acompañan a lo largo de la novela, lucha por hacer realidad su sueño y abrirse un hueco como articulista en la prensa de la época e, incluso, como novelista.

En su caminar conocerá a Diego Lebrija, miembro de una modesta imprenta familiar en el barrio de Lavapiés que, tras terminar sus estudios de Derecho, logra abrirse paso como redactor en varios diarios del momento.

El destino de ambos personajes se cruza pronto en la novela, pero ninguno de los dos lo va a tener fácil ni en el amor ni en lo profesional, porque nos encontramos con una sociedad asentada sobre un rígido sistema de clases y, al mismo tiempo, muy machista. Victoria se enfrenta al desprecio social y al escarnio de la mayoría de los hombres que ven las aspiraciones literarias e intelectuales de la mujer como una afrenta a la moral y a las buenas costumbres de la sociedad. Y Diego por su origen humilde encontrará el rechazo de la familia de Victoria.

No podemos olvidar que nos encontramos entre los años 1879 y 1885, cuando en España se sucedían gobiernos conservadores (de Antonio Cánovas del Castillo) y progresistas (de Práxedes Mateo Sagasta) y el país arrastraba numerosos problemas internos: un clima de revuelas e inestabilidad política constante consecuencia del enfrentamiento entre los partidarios de ambos bandos y, en consecuencia, un estado de corrupción permanente, de atraso económico, de hambre y pobreza enquistada, analfabetismo, especialmente femenino, y huelgas, en un Estado en bancarrota.

En este sentido esta novela, como la anterior, está magníficamente ambientada y la recreación de las redacciones de los periódicos de la época y de los talleres de impresión es perfecta. Lo mismo digo del uso del lenguaje pues aparecen numerosos términos propios de instrumentos de trabajo, prendas de vestir y expresiones de la época. Porque María Montesinos ha cuidado todos los detalles para ofrecernos una maravillosa novela en la que vuelve a hacernos partícipes de la batalla de muchas mujeres a finales de siglo por ejercer sus derechos, algunas de las cuales aparecen a lo largo de las páginas como Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal o Rosalía de Castro.

Este romance histórico tiene un final muy abierto porque la historia de amor de Victoria y Diego debe sin remedio continuar.

 

El Bebé es mío

(Oyinkan Braithwaite)



El relato de Oyinkan Braithwaite, porque estamos ante un relato largo más que ante una novela, ofrece una sencillez manifiesta en su forma. Como sucediera en Mi hermana, asesina en serie, la obra pasa velozmente ante nuestros ojos, estructurada en capítulos muy cortos que construyen una historia bastante simple enmarcada en la rabiosa actualidad pandémica. Un hombre,Bambi; tiene una bronca con su pareja y esta le echa de casa. Sin saber a dónde ir, termina en la casa de su recientemente enviudada tía, Bidemi, quien comparte la vivienda con la ex-amante de su fallecido marido, Esobe. Entre las dos, cuidan de un bebé, Remi, del que ambas reivindican su maternidad.

Esta trama, a priori un tanto culebrón, se convierte en manos de la autora en una historia de misterio en la que hemos de intentar descubrir quién es la verdadera madre de ese niño. Al mismo tiempo que vemos ciertos comportamientos extraños en las dos mujeres, el ambiente enrarecido en esa casa se va alternando con algunas confesiones que se desvelan en el momento justo, lo que hace de la lectura una experiencia muy ágil e inmersiva pese a la aparente intrascendencia de la historia.

El arte de deslizar la verdadera naturaleza de sus personajes sin utilizar una sola palabra que la denote está muy presente en la escritura de Braithwaite, y tal vez en ello encontramos lo mejor de El bebé es mío. El juego de pequeños engaños y ambigüedades de cada uno de los tres personajes conforma el corazón de una novela que quizá brinda un regusto extraño en el lector por no dejar muy claro el mensaje que la autora quiere ofrecer. A ello contribuye la ubicación de la historia en plena época de pandemia y confinamiento como algo apenas anecdótico y que solo sirve para dar arranque a la trama. En realidad, da igual la época donde se enmarque esta historia, ya que al final lo que prima es el enfrentamiento entre tres caracteres que podrían simbolizar tres maneras muy distintas de ver la vida, una más anclada a la tradición, una a la deriva de la modernidad y otra que oscila entre ambas.

Al contrario que en su anterior novela, aquí no encontramos ese deje de crítica que nos descubre algunos aspectos de la sociedad sudafricana contemporánea. Sin embargo, entre líneas sí que podemos percibir cierto poso decadente que se evidencia tanto en el estado en que se encuentra la casa como en la propia obstinación de unos personajes que, cada uno a su manera, se empeñan en no querer ver la situación real de sus momentos vitales.

Sin que el misterio sea excesivamente potente ni la ambigüedad demasiado marcada, El bebé es mío tiene algo indefinible que atrapa. Quizá sea la propia casa donde transcurre la acción, que por momentos parece alzarse como el personaje de más entidad. Tal vez la presencia en segundo plano del tío fallecido y sus secretos. Tal vez una cierta indefinición que lo rodea todo y que nos insta a mirar con atención. Posiblemente sea eso, la continua transición de los espectros. 

Oyinkan nos hipnotiza de nuevo mediante capítulos cortos (2-3 páginas) en un intrigante misterio por el que pisaremos un terreno conocido por todos: el confinamiento. Un aura noir y de pura desconfianza que circula por el asfixiante hogar que los tres están obligados a compartir. Dentro de esta realidad tan cercana para nosotros, con esa imposibilidad de salir del hogar, el miedo de contraer la enfermedad y una crisis económica tensando el ambiente, las 96 páginas de El bebé es mío son ante todo una reflexión sobre la maternidad y la fidelidad ¿Es la maternidad o la paternidad un asunto sanguíneo, o de crianza?

Oyinkan, inspirada directamente en la batalla de las dos mujeres durante los juicios del rey Salomón, pero situada en nuestro presente más directo: un Lagos confinado por la COVID-19. Una historia corta de infidelidades, dudas, maternidades y, sobre todo, con un ritmo trepidante que te hará devorar sus páginas de una sentada 

 

 

 

Mi hermana asesina en serie

(Oyinkan Braithwaite)





Me ha sorprendido el estilo de esta autora por su originalidad a la hora de tratar temas tan escabrosos como el de los asesinatos en serie. Aunque teniendo en cuenta que la asesina en serie es la hermana de la protagonista, esta trata el asunto con más consideración y familiaridad que si fuera una desconocida cualquiera.

La novela está estructurada en capítulos titulados por una palabra que hace referencia al contenido de los mismos. De esta manera Korede nos introduce en su historia familiar y lo que es más importante la relación de complicidad con su hermana asesina en serie.

Ayoola, la hermana de Korede, tiene un serio problema con sus novios: cuando se cansa de ellos, cuando le decepcionan, o a veces sin motivo aparente, los mata. Ya lleva tres, lo cual la convierte en una asesina en serie. La única que lo sabe es Korede, que movida por un amor fraternal cada vez más en el alambre, ha ayudado a Ayoola a eliminar pistas, cubrir sus pasos y, en definitiva, evitar que se descubra que aquellas misteriosas desapariciones de hombres jóvenes que se están produciendo en Lagos llevan su marca letal. Por si la situación no fuera suficientemente complicada, Korede contempla horrorizada cómo su hermana empieza a salir con el hombre de sus sueños, el médico del hospital en que trabaja como enfermera, por lo que deberá replantearse su rol de cómplice, si no quiere que este triángulo amoroso termine en un baño de sangre.

A partir de estas dos hermanas peculiares, con personalidades opuestas y maneras muy distintas de integrarse en la jerarquía social -Korede representa el esfuerzo, el control, el respeto a las normas; Ayoola es anárquica, visceral, irresponsable, pero libre-, Oyinkan Braithwaite ha construido una trama negra tanto en su sentido del humor como en su vibrante desarrollo a la manera de thriller, situado en una Nigeria de principios de siglo XXI tan dinámica como peligrosa en este momento de cambios económicos y demográficos de la nueva África.

La joven escritora Oyinkan Braithwaite, desliza agudas reflexiones sobre el poder de la consanguinidad, las relaciones tóxicas y las posibilidades reales de comprensión y convivencia pacífica entre mujeres y hombres.

Si tuviéramos que poner un “pero” a la historia, éste sería el que no existe un auténtico personaje masculino verdaderamente bien perfilado. El fallecido pater familias era un monstruo; los policías (y los hombres en general) son unos idiotas babeantes que no pueden pensar con claridad en cuanto Ayoola les pone morritos; Muhtar, el paciente en coma de la habitación 313, es el consejero de Korede, pero poco más; y el principal foco de tensión entre las hermanas, el atractivo doctor Otumu, es o bien un objetivo idealizado por Korede o bien, una vez conoce a Ayoola, lo que alguien podría calificar como un “calzonazos”. Esto es más bien una necesidad narrativa, puesto que todos estos personajes tienen un fin determinado en la narración y estos rasgos de carácter potencian lo que la autora quiere contar, sin que dejen de parecernos personajes creíbles y necesarios en el gran esquema final.

Estoy de acuerdo con la autora que opina que el humor es una forma excelente de expresar un punto de vista sin parecer moralista.

Braithwaite nació en Lagos en 1988 y luego pasó la mayor parte de su infancia en el Reino Unido cuando su familia se mudó a Southgate, en el norte de Londres.  Tuvo su educación primaria en Londres y luego regresó a Lagos cuando nació su hermano en 2001. Estudió derecho y escritura creativa en la Universidad de Surrey y la Universidad de Kingston antes de regresar a Lagos en 2012. 

Ha trabajado como editora asistente en la editorial Kachifo y como gerente de producción en Ajapa World, una compañía de educación y entretenimiento. 

Mi hermana, asesina en serie ha sido galardonada con el premio Anthony a mejor debut.