jueves, 11 de octubre de 2018

El despertar 
(Kate Chopin) 

La vida de Kate Chopin parecía que iba a ser muy normal. Nació en Saint Louis (Missouri) en 1851 y a los 19 años se casó con un banquero de Nueva Orleans, donde vivió gran parte de su vida, de modo que tanto el paisaje del sur, como las costumbres criollas estuvieron muy presentes en su obra.
La vida de Chopin dio un vuelco cuando falleció primero su marido y después su madre. Entonces, empezó a escribir. Publicó una novela, At Fault, y dos libros de relatos, Bayou Folk (1984), y A Night in Arcadia (1897), así que cuando se publicó El despertar (The Awakening) en 1899, cinco años antes de la muerte de la autora en 1904, esta ya era una personalidad reconocida. Ahora bien, El despertar llegó más lejos que cualquiera de sus obras anteriores. De inmediato, los lectores y críticos contemporáneos de Chopin, incluso quienes ya conocían su obra previa, se dieron cuenta de que El despertar no era una novela más: estaba llena de elementos subversivos. Chopin había tomado la novela de adulterio tradicional y la heroína enamorada del amor habitual, y la había diseccionado para crear otro ser e insuflar vida a un personaje que cuestionaba tradición y convenciones.
Inmediatamente (estas reacciones viene de muy antiguo), se descalificó la obra por feminista y escandalosa. Incluso se la tachó de obscena, porque la protagonista, Edna, exploraba su deseo sexual sin remordimiento. No obstante, pese a todas estas críticas, pocos llegaron a dudar del talento literario de la autora (al contrario de lo que ocurriera, por ejemplo, con las hermanas Brontë); más bien, algunos críticos lamentaban que Chopin desperdiciara su talento escribiendo algo tan deleznable, en su opinión, como El despertar.
Como la transgresora protagonista de su novela, Kate Chopin también pagó caro contradecir la tradición. El despertar fue retirada de la Biblioteca de St. Louis, y a Kate Chopin se le prohibió la entrada al Club de Bellas Artes de St. Louis.
Dos años después de la muerte de Chopin, es decir, en 1906, la editorial volvió a imprimir la novela, y sus ejemplares se agotaron. Tuvieron que pasar más de 60 años, 63 concretamente, para que la obra volviera a publicarse en Estados Unidos, y en 1976 se publicó la primera edición crítica. A España llegó de la mano de Hiperión en 1986, en la edición antes citada. Y siguiendo la corriente de estudios críticos que han reivindicado la obra de Chopin, como precedente incluso de D.H. Lawrence, y la han analizado exhaustivamente, en España es ahora una obra que se lee en las facultades de literatura inglesa.
En 2011, Alba publicó, de nuevo de la mano de Olivia de Miguel, sus obras completas traducidas en un solo volumen. "Virtudes y elogio de una adúltera casual: Edna Pontellier despierta".
El despertar trata una temática feminista. Visto en perspectiva, las críticas eran esperables y lógicas. Con la creación del personaje de Edna Pontellier, mujer que toma consciencia de sí misma como sujeto libre, que cuestiona el papel tradicional de la mujer como esposa amantísima y que, incluso, se atreve a dudar y relativizar sus sentimientos de madre, Kate Chopin disparaba a los cimientos de la ética puritana burguesa. Y además no se podía recurrir a la descalificación literaria. Chopin era una mujer culta, bilingüe, traductora por ejemplo de Guy de Maupassant. Por tanto, conocía a la perfección el canon y sabía cómo atacar sus convenciones con sus propias armas. De ahí que El despertar se considerara tan peligroso.
Mrs. Pontellier decide explorar las posibilidades de su libertad en todas las facetas de su vida, incluida la sexual, sin que la autora lo repruebe en ningún momento, al contrario. De hecho, el adulterio en esta novela no es más que una anécdota. La verdadera subversión reside en que una mujer tome consciencia de su ser como sujeto, y como tal reclama una serie de derechos. En consecuencia, también, empieza a desatender las convenciones que la aburren soberanamente (lo que se ejemplifica Chopin con gran sutileza e ironía cuando se explica que Edna deja de atender a la visitas, y de devolverlas).
Edna no vive ninguna ensoñación, ni espera encontrar la felicidad en brazos de otro hombre. Busca una vida que la llene, que la haga sentir completa; quiere vivir una vida consciente, tomar sus propias decisiones y tomar riesgos fuera de jaulas de oro. Cito unas líneas de la novela que resumen su esencia: «En resumen, Mrs. Pontellier estaba empezando a ser consciente de su posición en el universo como ser humano y a reconocerse como individuo en su relación con el mundo exterior y su propio mundo interno».
Uno de los momentos más bellos de la novela se produce cuando Edna se entrega al mar, para nadar, y allí, en plena comunión con la naturaleza, se siente libre de toda atadura.Todos vivimos limitados y constreñidos por convenciones sociales, por ese terrible “qué dirán” y la necesidad de preservar el orden de las cosas tal y como está. Edna se abre paso a lo largo de la novela, y se compara, por ejemplo, a otras mujeres que sí son felices siendo esposas amantísimas, y ve lo diferente que es de ellas. Es decir, toma conciencia de su diferencia como sujeto. Tampoco se ve como una cínica amargada y resentida. Ni está dispuesta a dejarlo todo para ir detrás de un hombre. Y poco a poco, desde su cuarto propio, un pequeño ático que ella llama el palomar, se da cuenta de que nunca podrá ser libre, y vuelve al mar y a la naturaleza por última vez para llevar a cabo la reivindicación última de su libertad. Se adentra en el océano para morir. Opta por el suicidio como salida, pero no impulsada por circunstancias económicas o de honor.
Edna intenta librarse de las ataduras de su hogar, salir de esa jaula donde la mantienen como un bello ruiseñor, pero solo consigue acabar en otra jaula, un ático al que no casualmente llama palomar. En definitiva, es consciente de que en ese mundo nunca va a poder ser libre, ni vivir plenamente. Y tras su despertar, no puede volver a la vida, al papel al que la sociedad de su época la relega. Su mente es libre, pero una mujer normal, que ha dejado a su marido y a sus hijos, nunca podrá llevar una vida plena en el Nueva Orleans del Fin de Siglo. Así que Edna opta por entregarse al lugar en el que se sintió libre por primera vez, el mar: allí decide acabar su vida, en un acto de serenidad y de comunión con la naturaleza, con la que se funde en un acto de desprecio definitivo a las convenciones.
El despertar está lleno de imágenes bellísimas, porque la prosa de Chopin es reivindicativa, sí, pero también ágil y poética, capaz de decir mucho con esa sencillez elegante que utilizan los maestros escritores.
En El despertar podrán verse reflejados en el viaje de autodescubrimiento de Edna, sean ustedes hombres o mujeres: ¿Qué hay más humano que querer ser feliz sin renunciar a ti mismo? Pues ese, señores lectores, es el único deseo y pecado de Edna Pontellier, y lo fue también, al publicar El despertar, el de Kate Chopin. Pero ese pecado es también una de las maneras más seguras de hacer historia en la literatura.