lunes, 16 de septiembre de 2019

Ojos de Agua 
(Domingo Villar) 


Cada capítulo comienza con una definición de una palabra que luego aparece en la trama, me ha parecido cuanto menos interesante y curioso, puede que sea la primera vez que me he encontrado con algo semejante, había visto comenzar con citas el capitulo, pero con una definición nunca.
Leo Caldas, policía de Vigo, tiene que investigar la muerte de Luis Reigosa, un saxofonista que ha aparecido desnudo, atado a la cama y con una mirada de absoluto terror en sus acuosos ojos azules, en una torre de apartamentos turísticos situada en una preciosa isla, la isla Toralla. El informe forense es clarísimo en cuanto a la forma de la muerte: inoculación de formaldehído (formol) en los genitales. ¿Quién ha podido vengarse de tal forma del saxofonista? ¿Es un crimen pasional? Pronto, van a conocer que el asesinado era homosexual, hecho que lleva a Leo Caldas y a su compañero Rafael Estevez a investigar en los locales de ambiente de la ciudad.
La pareja de detectives protagonista es cuanto menos peculiar, el comisario Leo Caldas es un solitario taciturno que colabora en un programa de radio, Patrullando las ondas, eso le abre bastantes puertas y le da facilidades que de otra forma no tendría, pero parece molestarle que su ayudante se lo recuerde. De su ayudante Rafael Estévez que decir, es un aragonés grandote y algo bestia, con un carácter muy fuerte que le ha jugado más de una mala pasada, es destinado a Galicia por un expediente disciplinario abierto en su tierra y no parece acabar de entender el carácter reposado de los lugareños. Le saca de quicio que le contesten con otra pregunta cosa que parece ser muy típico del carácter gallego. Estévez es el contrapunto de su jefe. De la mano de ambos personajes te das un paseo por sus rías, por sus calles y por el carácter de la gente de este pueblo norteño, es todo un placer pasear de la mano de Leo Caldas y su ayudante.
Un detallado paseo por los lugares de la Rías Bajas en cuestión con personajes veraces, olor a comida lugareña, llena de sentimientos de los que tienen familia trabajando en la mar y el sabor de ciertos ambientes gays sórdidos y muy reales en su descripción.
La música es otro elemento presente, y no solo porque la víctima fuera un saxofonista, y su casa estuviera repleta de intérpretes de jazz, ni porque el mismo fuera miembro de un grupo de este género, si no porque lo impregna todo, Domingo Villar debe ser un gran enamorado de la música. Ese ambiente de jazz con los nombres de ciertos temas muy conocidos y que te ponen una banda sonora a lo largo del texto. Sobre todo ese comienzo con “The man I love” cantado por Billy Hollyday.
Todo ello contribuye a captar al lector y mantenerle despierto y entretenido hasta las últimas páginas. Pero el gran acierto que ha tenido Domingo Villar es el de la creación de una novela negra autóctona enclavada en las tierras gallegas.
Una obra que recomiendo por su frescura, agilidad y destreza a la hora de retratar las tierras gallegas y sus habitantes dentro de una clave de novela negra actual.
Domingo Villar, gallego emigrado a Madrid, ha ejercido como guionista de cine y televisión. Ligado desde niño al mundo del vino, desde hace años es crítico gastronómico en una emisora de radio nacional y colaborador habitual en diversas publicaciones escritas. Obtuvo con su primera novela, Ojos de agua, el I Premio Sintagma, el Premio Brigada 21 y el Premio Frei Martín Sarmiento, y fue finalista en dos categorías de los Crime Thiller Awards en Reino Unido. Hasta la fecha ha sido traducido a seis idiomas. Su nueva novela “La playa de los ahogados” lleva hasta la fecha seis ediciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Anímate a comentar lo que piensas