viernes, 16 de febrero de 2018

Fin de Viaje

"Fin de viaje" 
(Virginia Woolf


Pocos conocen su opera prima: Fin de viaje, que fue publicada en 1915 por el medio hermano de la autora Gerald Duckworth and Company Ltd.En esta primera novela de Virginia Woolf podemos observar ya todos los temas que desarrolló en su producción literaria posterior. Fin de viaje es una obra trágica que se desarrolla en un hotel de un extraño e imaginario lugar sudamericano, donde la autora profundiza, de manera magistral, en la compleja personalidad de su protagonista, Rachel Vinrace. Introduce a Clarissa Dalloway, el personaje central de la novela de Woolf, “La señora Dalloway”. El conjunto desigual de pasajeros le da a Woolf la oportunidad de satirizar la vida contemporánea Eduardiana. 
El Euphrosyne zarpa de Londres rumbo a Sudamérica. Rachel Vinrace, su padre, Willoughby Vinrace; su tío, Ridley Ambrose; su tía, Helen Ambrose y el señor Pepper, un amigo de la familia, son sus pasajeros. Los primeros días transcurren distantes, la familia hace mucho tiempo que no se ve y, sobre todo, la relación entre tíos y sobrina es casi la de unos completos desconocidos. Sin embargo, esto cambia cuando se incorpora a bordo el matrimonio Dalloway, formado por Richard y Clarissa.
Llegados aquí, he de hacer un pequeño parón antes de continuar con la historia para hacer hincapié en el personaje principal, la protagonista: Rachel Vinrace. Rachel se quedó huérfana de madre siendo niña y desde entonces ha vivido en el campo al cuidado de sus tías y su padre (cuando éste no está de negocios) que la han sobreprotegido demasiado, como ella misma dice:
"Había sido educada como la mayoría de las muchachas ricas de su generación. Amables doctores y tímidos y cultos profesores, le habían enseñado los fundamentos de las Ciencias, pero sin forzarla a adentrarse en ellas, ni hacerla trabajar de firme. (...). Ningún tema fundamental le era conocido a fondo. (...) De la concepción del Universo, de la Historia del Mundo, de cómo o porqué funcionaban los trenes, en qué se invertía el dinero, qué leyes gobernaban a su país, cuáles eran los deseos y ambiciones de la Humanidad, eran cosas sobre las que sus profesores no le dado ni la más pequeña indicación".
Es por ello que se refugia en su mundo, en la música, rehuyendo de todos con su carácter tímido e introvertido que tanto disgusta a su tía Helen y que ésta se ha propuesto cambiar haciendo que su sobrina pase con ella el mayor tiempo posible aún después del viaje en barco. El viaje de Rachel Vinrace es un viaje de autodescubrimiento. Lo que su tía Helen desconoce es, que en el fondo, sueña con pasar de oruga a mariposa, y que para ello solo necesita de alguien que le dé la libertad de expresarse y preguntar sin ser juzgada por su punto de vista más moderno respecto a la sociedad londinense, a veces, más ingenuo e infantil, otras.
Virginia Woolf refleja con detalle, pero sin resultar pesado, la clase aristocrática londinense con sus claros y sus oscuros, centrándose, sobre todo, en las mujeres, dentro de las cuales destaca Rachel preguntándose acerca de todo cuanto la rodea.
Fin de viaje es, en definitiva, el fin de un viaje, del amor, de la vida, narrada de forma omnisciente, una crítica a la banalidad y superficialidad de la clase aristocrática y una reivindicación de la mujer.
Lo más destacable del libro es lo que apunta a la mejor Woolf: el análisis psicológico, aunque los personajes resulten tan poco atractivos.
Algunas citas:
"No debería permitirse a los jóvenes aprender música como una profesión. El que sepa interpretarla no quiere decir que la aprecie, casi estoy por creer lo contrario. Los que sienten verdaderamente el arte son los que menos lo demuestran (Clarisa Dalloway)".
"El mayor mérito, el más apreciable de la persona con quien convivimos, es que sepa mantenerse en el pedestal en que le coloca nuestro amor (C.D.)".
"Una persona puede ser muy agradable aunque nunca haya leído un libro (Rachel)".

lunes, 5 de febrero de 2018

El hombre que plantaba árboles 
(Jean Giono) 


“Para que el carácter de un ser humano excepcional muestre sus verdaderas cualidades, es necesario contar con la buena fortuna de poder observar sus acciones a lo largo de los años. Si sus acciones están desprovistas de todo egoísmo, si la idea que las dirige es una de generosidad sin ejemplo, si sus acciones son aquellas que ciertamente no buscan en absoluto ninguna recompensa más que aquella de dejar sus marcas visibles; sin riesgo de cometer ningún error, estamos entonces frente a un personaje inolvidable.” Así comienza este relato precioso de Jean Giono.
 "Cuando pienso –concluía el escritor francés– que un hombre solo, armado únicamente con sus recursos físicos y espirituales, fue capaz de hacer brotar esta tierra de Canaán en el desierto, me convenzo de que, a pesar de todo, la humanidad es admirable; y cuando valoro la inagotable grandeza de espíritu y la benevolente tenacidad que implicó obtener este resultado, me lleno de inmenso respeto hacia ese campesino viejo e iletrado, que fue capaz de realizar un trabajo digno de Dios".
 En una región de tierra descolorida, seca y casi despoblada de la Provenza alpina (Francia), un pastor, de nombre Eleazar Bouffier, siembra cada día semillas de robles, hayas y abedules durante varias décadas. El resultado de su empeño tenaz es que la tierra yerma se transforma al cabo del tiempo en un frondoso bosque. La presencia de los bosques atrae las lluvias, el agua revive los cauces secos y se restablece el ciclo de la vida; la fauna y la flora silvestres retornan a la frondosidad. Atraídos por el verdor, el agua y la vida, los habitantes de la zona se instalan de nuevo contagiados de esperanza.
El arte de contar de Giono se entronca en la tradición de los narradores orales poseedores del don de hechizar. El estilo conciso y sobrio y la fuerza del argumento atrapan como los relatos de Las mil y una noches en esta historia de un bosque que “florece de las manos y el alma de un único hombre”. Y sobre todo cautiva la visión de un mundo en el que hombre y árbol, juntos, crean un futuro de felicidad (“Contando a los nuevos llegados, tenemos a más de diez mil personas que deben su felicidad a Eleazar Bouffier”). Un hombre solo transforma su entorno desolado en un lugar habitable, expresando cuánto de admirable hay en la condición humana (“Comprendí que los hombres pueden llegar a ser tan eficaces como Dios en otros dominios además de la destrucción”). Un hombre que sabe mucho, que percibe la interdependencia entre todo lo existente, que siente la hermandad con la tierra y sabe escucharla y cómo curarla (“Él había juzgado que este país se estaba muriendo porque le faltaban árboles. Añadió entonces que no teniendo nada más importante que hacer había tomado la resolución de poner remedio a ese estado de cosas”).
Un hombre de cualidades excepcionales, que vive con su espíritu en paz, en soledad y silencio, dedicado con tesón imperturbable a cubrir la tierra de árboles, sin esperar recompensa alguna, movido por una inmensa generosidad hacia la naturaleza y hacia las generaciones futuras.
El árbol, y su poder de regeneración natural, es el otro protagonista silencioso de esta bella fábula. Los robles, hayas y abedules colaboran con el hombre solo, enraízan, crecen, cubren, protegen, atraen al agua, calman los vientos, florecen, fructifican, verdean y seducen a la gente con positivas razones para vivir.
Jean Giono escribió este relato en 1953, la revista Vogue lo publicó en 1954, tras rechazarloThe Reader’s Digest que le había encargado un texto sobre un personaje real inolvidable. Guiado por la misma generosidad que su personaje, y para que llegara al máximo de personas, donó los derechos del texto a toda la Humanidad. En pocos años se tradujo a diversas lenguas y se difundió por el mundo, y sigue difundiéndose hoy a través de libros y de internet.

Un hombre planta árboles y toda una región cambia. Todos conocemos personas como este hombre, que pasan inadvertidas pero que, allá donde están, las cosas tienden a mejorar. Su presencia infunde optimismo y ganas de trabajar. Se sobreponen a contratiempos y dificultades que a otros los desalientan. Poseen una rebeldía constructiva y sus pequeños o grandes esfuerzos hacen rectificar el rumbo de las vidas de los hombres. Es un canto a la esperanza, a la naturaleza, a la generosidad, a la humildad, a la perseverancia, al amor a la vida, al acto de sembrar pensando en los demás.
Leerlo es un placer, regalarlo es inevitable, vale mucho más de lo que cuesta.
Los ritos del agua 
(Eva García Sáenz de Urturi) 


Ana Belén Liaño, la primera novia de Unai —alias Kraken—, aparece asesinada en el túnel de San Adrián. Unai y su compañera Estíbaliz descubren que Ana Belén estaba embarazada y que fue ejecutada según un antiguo ritual de hace 2.600 años, la Triple Muerte Celta: quemada, colgada y sumergida en un caldero de la Edad del Bronce.
Julio de 1992. Unai y sus tres mejores amigos trabajan en la reconstrucción de un poblado cántabro. Allí conocen a una enigmática dibujante de cómics conocida como Annabel Lee, a la que los cuatro consideran su primer amor, y a Saúl Tovar, el carismático profesor de historia que supondrá la figura paterna que todos ellos añoran.
Noviembre de 2016. Kraken debe detener a un asesino que imita los Ritos del Agua en lugares sagrados del País Vasco y Cantabria, y cuyas víctimas son personas que esperan un hijo y que por algún motivo no están preparadas para ello. La subcomisaria Alba Díaz de Salvatierra está embarazada, pero sobre la paternidad se cierne una incertidumbre de terribles consecuencias. Si Kraken es el verdadero padre, se convertirá en uno más de la lista de amenazados por los Ritos del Agua, y se librará si el niño es del marido de Alba, el asesino que lo dejó mudo con una bala en el cerebro.
He disfrutado leyendo la segunda entrega de la Trilogía de la Ciudad Blanca, porque me ha hecho recordar uno de mis poemas de Edgar Alan Poe favoritos: Anabel Lee, como se hace llamar la primera novia de Kraken que aparece asesinada al comienzo de la novela y que reproduzco a continuación:
 Annabel Lee
(Edgar Allan Poe) 
(1809-1849) 
 Fue hace ya muchos, muchos años, 
en un reino junto al mar, 
habitaba una doncella a quien tal vez conozcan por el nombre de Annabel Lee; 
y esta dama vivía sin otro deseo que el de amarme, y de ser amada por mí. 
Yo era un niño, y ella una niña en aquel reino junto al mar; 
Nos amamos con una pasión más grande que el amor, 
Yo y mi Annabel Lee; con tal ternura, 
que los alados serafines lloraban rencor desde las alturas. 
Y por esta razón, hace mucho, mucho tiempo, en aquel reino junto al mar, 
un viento sopló de una nube, helando a mi hermosa Annabel Lee; 
sombríos ancestros llegaron de pronto, y la arrastraron muy lejos de mi, 
hasta encerrarla en un oscuro sepulcro, en aquel reino junto al mar.
 Los ángeles, a medias felices en el Cielo, nos envidiaron, a Ella a mí. 
Sí, esa fue la razón (como los hombres saben, en aquel reino junto al mar), 
de que el viento soplase desde las nocturnas nubes, helando y matando a mi Annabel Lee. 
Pero nuestro amor era más fuerte, 
más intenso que el de todos nuestros ancestros, 
más grande que el de todos los sabios. 
Y ningún ángel en su bóveda celeste, 
ningún demonio debajo del océano, 
podrá jamás separar mi alma de mi hermosa Annabel Lee. 
Pues la luna nunca brilla sin traerme el sueño de mi bella compañera. 
Y las estrellas nunca se elevan sin evocar sus radiantes ojos. 
Aún hoy, cuando en la noche danza la marea, 
me acuesto junto a mi querida, a mi amada; 
a mi vida y mi adorada, en su sepulcro junto a las olas, 
en su tumba junto al rugiente mar. 

Un poema de gran sensibilidad y que el autor dedica a su esposa Virginia Clem, que murió dos años antes de que compusiera el poema. Cuando se casó con ella tan sólo tenía 13 años. La novela empieza con un ritmo vertiginoso, que va decayendo hasta llegar a las últimas cien páginas. Asistimos a una recuperación también vertiginosa de Kraken, que en prácticamente dos semanas se recupera de su afasia.
Quitando estas dos pegas, la novela se lee bastante bien, los personajes juegan un papel destacado en la novela, viajando a todos los lugares posibles y resultando cada vez más creíbles al conocer su pasado y las circunstancias que los acompañaron.
Está magistralmente documentada y ambientada. Nos hace viajar a lugares ancestrales y sagrados del País Vasco y Cantabria. Conforme la vas leyendo tienes la necesidad de localizarlos y cuando los ves no te extraña que la autora los evoque en su novela.

Ermita de San Adrián
San Juan De Gaztelugatxe