lunes, 20 de noviembre de 2017

Modelos de mujer 
(Almudena Grandes)


Siete relatos, siete mujeres que, en distintas edades y circunstancias, se enfrentan todas ellas en algún momento, a hechos extraordinarios. Todos, memos el que da nombre al libro, están de un modo u otro ligados a la infancia, a la capacidad de desear como motor de la voluntad. En los tres primeros - Los ojos rotos, Malena una vida hervida y Bárbara contra la muerte- los personajes femeninos vencen, cada uno a su manera, a la muerte: Miguela, la mujer mongólica que se enamora de un fantasma; Malena que se pasa la vida haciendo régimen por amor, y Bárbara, que acompaña a su abuelo a pescar. En los cuatro últimos: El vocabulario de los balcones, Amor de madre, Modelos de Mujer y la Buena hija, las protagonistas retuercen el destino a su favor recurriendo unas al poder de la seducción y otras a la fuerza de la razón, con la voluntad que les otorga el firme deseo de no tolerar que la vida se les escape de las manos. Modelos de mujer es el primer libro de relatos de Almudena Grandes, en el se recogen siete historias independientes entre sí, pero que comparten la característica de que sus protagonistas son mujeres que con las armas que tienen se enfrentan al amor, a la vida, a la muerte... El titulo podría dar a entender que se trata de " tipos", de prototipos de mujeres, pero en realidad no es así, La misma autora comenta que " El motivo que me indujo a escoger este título no va más allá del carácter genérico una expresión a construir, en principio como un simple juego de palabras.". Es un libro que no sólo tiene, si no que transmite fuerza y carácter, el de una gran escritora que convierte la voluntad de cada una de estas mujeres en un arma poderosa para cambiar o no su destino. Al leerlo descubrimos que lo atípico cabe dentro de lo cotidiano, y que las cosas no siempre son lo que parecen.
Los ojos rotos es casi una novela corta, y el subtitulo ( historia de aparecidos) da desde el primer momento una pista de por dónde va la historia, la protagonista es Miguela, una joven con síndrome de Down que con treinta y ocho años , y a la muerte de su madre viuda , es enviada a un centro de salud mental, establecida en una casa solariega " la casa quemada" como la llaman, allí la joven traba amistad con Queti, una mujer menopáusica que se volvió medio loca por la muerte de su hijo pequeño, es Queti quien cuenta la historia de Miguela, nos habla de la relación tan peculiar que la joven tiene con su espejo y su deseo de ser hermosa, hermosura que pasa por tener los ojos redondos, solo Queti se da cuenta de que Miguela es visitada por un fantasma, un hombre misterioso en cuya presencia el reflejo del espejo se transforma en una mujer hermosa, solo Queti es testigo de esa historia de amor y cuál es su desenlace. Sin embargo siempre nos quedará la duda de si lo que Queti cuenta es verdad, ella es la única que ve al fantasma y sabe toda la historia, pero en principio Queti está loca, así que no podemos estar seguros de nada de lo que nos cuenta...
Malena, una vida hervida: (relato parcialmente autobiográfico). Recoge la increíble historia de una mujer atada de por vida a un régimen, una dieta que presumiblemente la hará más deseable a ojos de su amor, un perfecto imbécil cuya imagen ha sido idealizada a través de los años. La peculiar relación sensorial que la protagonista establece con la comida —fascinación, embrutecimiento, lujuria— me ha llevado a releer la historia varias veces, disfrutándola cada vez más, encontrando los hilos que, inevitablemente, nos remiten a Las edades de Lulú, donde la mirada del amante modifica y determina la imagen que el amado tiene de sí mismo. Es precisamente mediante la transgresión de ese tabú que el personaje, Malena, reafirma su erotismo, su deseo. El éxtasis que la transgresora goza del contacto con la comida, una mezcla de remordimiento, culpa y placer, se equipara a una unión amorosa por medio de la cual se siente y se siente ser en cada resquicio de su cuerpo físico. El simbolismo detrás de adjudicarle a cada persona a su alrededor un sabor y un olor determinados, un plato determinado, no es sino el vehículo por medio del cual vive el placer de poseer y de ser poseída por otros, cuyos cuerpos se han desdoblado en el de los alimentos que absorbe y la absorben a través de todos sus sentidos. Así como las palabras de Almudena van llenando las hojas en blanco, tejiendo el entramado de su texto, así las texturas y los cuerpos de las comidas van creando a Malena, dándole sentido, salvándola: cuerpo textual y cuerpo femenino se vuelven uno.
Barbara contra la muerte: La historia de una niña de trece años que se enfrenta a la muerte y a que se la coman los gusanos de una manera muy peculiar...Cuando por equivocación y buscando unas tizas de colores acaba entrando en la puerta equivocada, la de las monjas de clausura, se enfrenta a Madre Pasión que la amenaza con la muerte. La arrolladora juventud y las ganas de vivir de la protagonista conseguirán, a modo de moraleja, que la vida se imponga a la muerte, y acabe comiéndose ella al gusano en vez de los gusanos a ella. Me siento identificada con Bárbara porque yo también estuve en un colegio de monjas y nos amenazaban con las mismas cosas. Las monjas de clausura nos infundían un peculiar temor.
Amor de madre: Aunque la que cuenta la historia es la madre, la protagonista es Marianne, su hija, una niña ejemplar, pero que luego se tuerce y según su madre ya no es tan perfecta, pero no hay problema, la madre encuentra la solución... " Y que no haría una madre por su única hija...". La relación de desamor y hasta de odio o de amor/odio, entre madres e hijas, es uno de los grandes temas en las novelas de Almudena Grandes. La indiferencia, el abandono o el desamor materno marcan la infancia de los personajes determinando la conducta adulta, provocándoles graves conflictos de identidad. El texto comienza en media res como para reestablecer la supuesta continuidad de un diálogo con otro, ¿el lector?; dicho diálogo viene desde un antes indeterminado, como es frecuente en varios de los cuentos que forman parte de este libro. Comienza la puesta en escena ya que el yo narrador, fuerte y omnímodo, la madre que habla y cuenta la historia, realiza una representación frente a un público, un ustedes que es varias veces interpelado en el texto. Según las pistas que la narradora va ofreciendo, ésta habla ante un grupo de Alcohólicos Anónimos a los que les confiesa su adicción, la cual no tiene otro origen que la conducta irregular de su hija. Así este personaje se nos va perfilando como una madre antropofágica que quiere vampirizar la vida de su hija, anularla, confiscarle la existencia para convertirla en un apéndice suyo. El personaje nos hace saber que es una alcohólica convicta y confesa, que es viuda, homófoba y racista y que su único valor es el dinero, además del amor hacia su hija entendido como sometimiento, sobreprotección y anulación de la libertad, de la independencia de acción y de decisión de su hija. Toda esta concepción de lo que debe ser la relación madre/hija, según la narradora, hace que la misma —una vez comenzada la adolescencia después de una infancia de niña mona, obediente y limpita, de niña perfecta cual anunció Nestlé, el sueño de toda madre—, se convierta en una tormenta en la que la hija rebelde chilla y se marcha de casa para lanzarse a una vida bohemia. Para hacer más patente su rebeldía la chica se enamora de jóvenes extranjeros, negros y/o homosexuales, en clara provocación y confrontación a los valores racistas e intolerantes de la madre. La chica, Marianne, tiene un terrible accidente después del cual debe convalecer dolorida al amparo de la madre. Los fármacos y calmantes son el paliativo a sus dolores y su perdición, porque la madre aprovecha para administrarlos en exceso y para retener perennemente a su hija sometida de nuevo a su poder. Asimismo decide que Marianne debe casarse para ella hacer de madre feliz y orgullosa en la ceremonia nupcial, como toda madre que se precie, y luego poder tener nietos como corresponde. Así que de madre posesiva y alcohólica pasa a ser, como si con ello tuviera poco, una madre delincuente: secuestra a un chico que le simpatiza, el empleado del banco del que es cliente, para que se avenga a convertirse en marido de su hija. Todo a punta de una pistola siempre amenazante a la espalda del infortunado novio, de ahí la cara de disgusto que se le ve en la dispositiva. Es así como ese drama que es la maternidad, según la opinión de la narradora, le justifica y legitima el derecho de disponer lo que su hija debe hacer con su vida. Una explicación de la perspectiva negativa que toma la autora ante la imagen de la madre podríamos encontrarla en el sentido de orfandad que padeció durante su infancia y que confiesa en el prólogo que significativamente titula Memorias de una niña gitana. Allí nos pone al tanto del síndrome de abandono imaginario, de su carencia de amor materno, carencia que la impulsó a buscar la compensación en la escritura.
El vocabulario de los balcones: recoge un montón de temas: la fidelidad a los propios orígenes, al propio barrio y al amor verdadero... Aunque fue uno de los que más me costó entender y tuve que leerlo dos veces para digerirlo mejor, ahora pienso que ha sido mi preferido. No sabía que fue el relato que sirvió de inspiración a la película “Aunque tú no lo sepas” estrenada en 1999 cuyo guión fue escrito junto con la escritora misma. El relato comienza con un verso de Luis García Montero, pareja de Almudena Grandes que da una pista acerca de lo que va a suceder en el relato: El relato, se divide en dos partes: en la primera Lucía, la protagonista, es una niña de buena familia que vive en un barrio céntrico de Madrid, y a dos pasos de su casa vive Juan, que ella llama El Macarrón, porque no viste como ella, no es de buena familia y viene de Valdeacederas, un barrio, lejano del centro y considerado de mala fama por sus padres. En la segunda parte Lucía ya es una adulta, y un día, de repente, en unos grandes almacenes del centro de Madrid, se reencuentra con Juan. Se miran, se reconocen, pero no se hablan. Poco a poco Lucía descubre que Juan no se ha casado, igual que ella, y que tampoco se ha movido del barrio donde crecieron. Decide alquilar el piso en frente del suyo y los dos protagonistas empiezan a mirarse desde sus respectivos balcones y se inventan un vocabulario de miradas, y de intensas emociones. El final queda abierto, nos queda imaginar el destino de Lucía y Juan. El poder de la mirada es el auténtico protagonista de todas las páginas de este breve relato. Si te gusta, te encantará también la película, y su banda sonora. Para la ocasión, Quique González escribió la preciosa canción que lleva el mismo título “Aunque tú no lo sepas”, que haría popular Enrique Urquijo, cantante de Los Secretos.
Modelos de Mujer. Se identifica a los personajes con dos estereotipos de la narrativa de Almudena Grandes: Lola, la mujer fuerte, segura de sí misma, inteligente y que no se preocupa por los convencionalismos y Eva, la mujer hermosa, frívola y poco despierta. En "Modelos de mujer", Almudena Grandes realiza un ejercicio de revancha. Toda la fuerza de su voz se dirige a explorar el territorio donde se definen los modelos de mujer. Y construye un relato basado en la yuxtaposición de dos mujeres que personifican la arraigada escisión entre belleza e inteligencia, cuerpo y mente, que las estructuras de poder siempre han convertido en antagonistas. Frente a Eva, Lola es la plasmación de la razón elocuente. La inteligencia basada en la palabra debe someterse a la presencia de una imagen, modelada desde un punto de vista masculino, como arquetipo indiscutible de la mujer con éxito. El juego se establece dentro de una dependencia mutua. Eva necesita la voz de Lola, y ésta necesita el mundo de Eva. El escenario literario de Almudena Grandes muestra un enfrentamiento que a la larga resulta desigual y paradójico. En el mundo del cine, el maquillaje, la línea y la apariencia de Eva resultan un lastre insalvable para el personaje, que asiste impotente e incrédulo al triunfo de la inteligencia.
La buena hija: Berta, la protagonista, encuentra tras rebuscar en la memoria la afectividad de la maternidad. La memoria actúa como cordón umbilical simbólico que lleva a Berta, su protagonista hasta la niña que fue, encuentra la recuperación del mundo afectivo materno, del origen, del sentido del ser y del estar en esa dimensión, y recuerda a Piedad, su nana, su verdadera madre. Diferencia entre Madre, Doña Carmen y mamá, Piedad. Al contrario que en Amor de madre, éste relato está escrito desde la perspectiva de la hija, La buena hija. Berta es lo que todos consideran una buena hija, al contrario que su madre a la que nunca pudo llamar mamá. A todos les viene bien que sea buena hija, especialmente a sus hermanas y hermano, porque así es ella la que se ocupa de su madre enferma, hasta el punto de olvidarse de su vida. Una mirada cómplice, nueva, del arquetipo tradicional de belleza preside estos relatos de Almudena Grandes. Se reconsideran a través de una óptica combativa, denunciando las relaciones de poder que sustentan el mito de la belleza. Decir adiós al mito es comenzar a reconocerse liberada y, en consecuencia, bella

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Kafka en la orilla 
(Haruki Murakami) 


Afortunadamente no es la primera novela que leo de este autor. Empecé con “De qué hablo, cuando hablo de escribir”. Como me gustó porque comparto con el autor la afición por la lectura y la escritura, continué con “De que hablo, cuando hablo de correr”, porque también comparto el gusto por correr a diario. Una vez me familiaricé con él quise conocer su obra y comencé con “Hombres sin mujeres”, en él Murakami muestra la soledad de los hombres que han perdido a una mujer. Es un compendio de siete historias con las que pretende "transmitir el aislamiento y lo que este implica emocionalmente" de hombres que han perdido a una mujer. Reflexiona en todos estos relatos sobre la soledad que se experimenta antes, después o incluso durante una relación amorosa. Todos estos hombres son protagonistas, pero en verdad, son las mujeres las verdaderas protagonistas, son ellas quienes se aparecen en cada momento de sus soledades para atormentarlos, enamorarlos o imposibilitarlos, porque no hay dudas que la vitalidad de estos hombres pasa por ellas.
Mi curiosidad hizo que continuara con sus novelas, en esta ocasión “Kafka en la orilla” cayó en mis manos porque me pareció un título poderosamente atractivo.
La novela cuenta dos historias que nunca se cruzan, y que sin embargo –y éste es uno de los grandes temas del libro– se comunican de manera inconsciente. Los capítulos impares cuentan la historia de Kafka Tamura, un adolescente que, el día de su decimoquinto cumpleaños, decide fugarse de casa sin otra carga que una mochila y sin otra compañía que la voz de un chico llamado Cuervo; el adolescente se ha dado a sí mismo el nombre que lleva, y ese bautizo tiene que ver con la convicción de que Kafka quiere decir “cuervo” en checo; y de alguna manera las razones de la huida tienen que ver con una maldición que le ha lanzado su padre, según la cual Kafka repetirá el destino de Edipo, dando muerte a ese mismo padre y acostándose con su madre y su hermana. Los capítulos pares, por su parte, se ocupan de Satoru Nakata, un hombre de sesenta años que, durante una excursión infantil a recoger setas, fue víctima de un coma colectivo que en la novela permanece inexplicado; al despertar, Nakata es el único de los afectados que ha perdido la capacidad de leer y la inteligencia en general, pero a cambio ha recibido el misterioso don de hablar con los gatos.
Conforme vas leyendo la novela piensas como se van a vincular ambos protagonistas, aunque el vínculo es metafórico. “El mundo es una metáfora”.
Representa un proceso de maduración del que ambos protagonistas parecen huir. Kafka es un adolescente, al que le cuesta madurar; pero Nakata es un viejo que se ha quedado de algún modo estancado en una vida infantil, y la señorita Saeki tiene la curiosa costumbre de aparecerse, con el cuerpo de cuando tenía 15 años, en la habitación donde duerme Kafka. Es una novela que invita a seguir viviendo y a disfrutar de la vida. Exige al lector que se entregue y que se deje llevar. Es una novela atrevida, y conmovedora; quien no logre esta entrega, se quedará fuera, repitiendo como la señora Saeki: “El hecho de escribir ha sido importante. Aunque lo que haya escrito, como resultado, no tenga ningún sentido.”
Murakami escribe sobre la dualidad. Pero no se trata de elegir, entre bueno y malo. No juzga, sólo apunta entre lo real y lo soñado. Y el mayor logro es que el lector no sabe cuál es cuál y puede elegir su propia postura. Como dicen los personajes: "No logras hallar la línea que separa los sueños de la realidad. Ni siquiera encuentras la frontera entre los hechos reales y las posibilidades. Lo único que sabes es que, ahora, tú te encuentras en una posición delicada. En una posición delicada y, peligrosa." Así se encuentra el lector después de encontrarse con Kafka en la orilla, tanto que una vez que terminas el libro no quieres empezar con otro hasta que no te tomas el tiempo necesario para digerirlo, reflexionando acerca de él, la música, los sueños, el dibujo de “Kafka en la orilla del mar”, de todos aquellos ingredientes de la cultura popular que el autor utiliza como guiños para atraer más a sus lectores.