La chica del tren
(Paula Hawkins)
La historia está contada por tres mujeres de forma simultánea, Rachel, Grace y Anna, cada una de ellas con capítulos propios que veremos desde su perspectiva. Esto enriquece la lectura y le da velocidad, además de complicar el argumento en beneficio de la obra. Las tres son mujeres con luces y sobre todo sombras, todas con desequilibrios mentales severos y vidas muy complicadas. Esta complejidad además evolucionará a lo largo de la novela, encargándose la autora de que el lector cambie de bando mil veces, ya que Paula jugará con la ambigüedad y la real o supuesta estabilidad mental de las protagonistas. De modo que nosotros, los lectores, andaremos confundidos ya que no sabremos a quién creer, a qué personaje adorar u odiar o quién miente y quién dice la verdad. Y todas estas aseveraciones las cambiaremos cientos de veces a lo largo de las páginas. Esta es una de las principales bazas de esta historia, la confusión generada.
Hay que destacar también como plato fuerte las personalidades extremas de las protagonistas femeninas, mucho más interesantes que las masculinas en este libro. La autora consigue que no logremos empatizar del todo con ellas (a todas las odiarás en determinados momentos de la obra) pero que a la vez nos sorprendan sus reacciones y nos interesen sus asuntos. Además de que Hawkins construye caracteres ricos en matices y nada maniqueos, lo que es siempre una buena noticia en la literatura. Por otro lado las formas de ser de cada una serán descritas al detalle ya que todas hablan mucho de sí mismas y conoceremos la historia desde sus pensamientos y sentimientos.
Y, sin embargo, he de confesar que no me enganchó desde el principio. Es cierto que cuantas más páginas van pasando más perdido estás, menos entiendes la situación y más te confunden los personajes. Quizá por eso estás esperando un final sorprendente y demoledor, hasta que más o menos por el último tercio te das cuenta de que todo es más sencillo de lo que parece y lo ves claro, mucho antes que la/s protagonista/s. Ya sabes cómo va a acabar y esto le resta gracia e interés al final.